El agua. El colapso del territorio. La salud. El desgarro del tejido socioeconómico que sustenta y moldea nuestra población, paisaje y cultura. Y tantos otros sinsabores y sin sentidos que hemos repetido en cada ocasión brindada. ¿Qué sería pues de lo que hoy llamamos Cantabria? ¿Qué sería mañana para hijos y nietos?
El fracking es una gran amenaza. Sigilosa se ha colado, camuflada entre otras, tal vez, más coyunturales. Esta no es retornable, un camino sin regreso. Sin decreto ni tecnicismo capaz de enmendarlo.
El objetivo es concreto, medible, alcanzable, desde el principio y hasta lograrlo: No al fracking. Suspensión de todos los permisos, prohibición de la técnica, si hablamos de la Administración. Renuncia a las concesiones, referido a las multinacionales. En cuanto a la gente, a lo que está en la mano de cada uno de nosotros, impedirlo como sepamos y podamos. Este es nuestro ámbito de actuación. Esto es en lo que más confiamos. Informando, divulgando, movilizando.
El fracking apunta a lo lejos, obligados estamos a aceptar un envite de lucha a largo plazo. Parece que,en Cantabria, nos impusieron una tregua; no les quedó otra, les teníamos asediados. Buen momento para valorar la etapa recorrida y mirar al horizonte de próximas contiendas.
El camino nos ha obsequiado con pequeñas victorias parciales y, claro, también algunas pequeñas desilusiones. El éxito de la estrategia, el mejor sabor de boca, no es dónde hemos llegado, sino cómo lo hemos recorrido:
-Juntos, imprevisiblemente juntos si nos lo hubieran dicho hace años; aunque no revueltos.
-Con la intención decidida, irremediablemente determinados en el objetivo concreto; sin irnos por las ramas.
-Sin pretender méritos ni honores, sin aceptar aprovechamientos partidistas ni firmas; como trabajan las hormiguitas.
Ahora, con la tregua impuesta, con la moda apaciguada, con el enemigo escondido, a 'los malos' les gustaría que olvidásemos o nos despistásemos. Que perdiéramos esta sólida base.
De ahí este mirar atrás, para mantener el rumbo en dirección adecuada. Y hacerlo ahora porque, aturdidos por programas electorales y con movilizaciones variadas en las calles, entre los múltiples bandos por variadas cuestiones, el fracking continúa sus trámites administrativos sigiloso y camuflado. Que no nos pille a contra pie cuando las campanas vuelvan a tañir a rebato. Evitemos convites cortoplacistas.
Como gente, como hormiguitas, juntos. Como partidos, colectivos, agrupaciones, no revueltos; pues cada uno tiene, además, otros objetivos que no nos identifican a todos, que no forman parte del sencillo 'fracking no'. Sencillo y contundente.
Ganaderos, urbanitas, jubilados, activistas, campurrianos, intelectuales, conservadores, rubios, morenos y todos los demás, porque somos prácticamente todos. Tan imprevisiblemente juntos que no nos pueden compartimentar. Un consenso extraordinario. Aparte, luego, en nuestras otras cosas, ya roeremos nuestras diferencias, afrontaremos nuestros conflictos, nos posicionaremos en determinado bando o alianza. Pero aquí, una alegría de movimiento masivo, activo y heterogéneo.
Esto ha sido posible porque el objetivo es concreto, el interés común, el estandarte único: No al fracking. Descuidos, hábitos o quién sabe qué motivaciones han llevado a algunos a intentar arrimar el ascua a su sardina, a sacar pecho, a emplearlo como arma arrojadiza o a mezclar churras con merinas. Nuestro esfuerzo ha sido darle el reconocimiento solo a quien únicamente le compete: al conjunto de la población de Cantabria. También impedir que cualquiera, en un despacho o en la calle, se sirviera del fracking para otras peleas o intereses.
Imposible salirnos pues del camino surgido por el propio movimiento, imposible irnos por las ramas. No es estrechez de miras, es coherencia con la diversidad y con la consecución del objetivo. Otra cosa sería un golpe de mando. Una ilegítima deriva. Una táctica desgarradora. Una autoproclamación que nadie nos ha otorgado ni esta Asamblea ha buscado. Fuimos firmes, lo creemos imprescindible para no perder el norte. Si por ello alguno se sintió ofendido, pedimos disculpas. Nos parece tan sencillo de entender, de respetar, que pudimos pecar de explicarlo mal. Esperamos enmendarlo en este texto.
Haya elecciones o no, haga frío o calor, nosotros sigamos a lo nuestro. Hemos esquivado atajos, hemos renunciado a guías, hemos rechazado cobijo cuando amenazaba tormenta. Hemos salido fortalecidos de la pelea con gigantescos lobbies y mantenemos en nuestras manos la resistencia a su amenaza.
Seguimos inclinándonos, sin duda, por una transparencia contundente, una participación abrumadora, una independencia absoluta.
Somos la gente quienes no queremos fracking. Somos la gente quienes enterraremos definitivamente el fracking. Juntos. Sin irnos por las ramas. Como hormiguitas.